Por primera vez en 70 años, salvas de artillería sonaron desde 13 puntos del Reino Unido para celebrar la coronación de un nuevo monarca británico, el rey Carlos III. El sucesor de la reina Isabel II fue coronado formalmente por el arzobispo de Canterbury, en la abadía de Abadía de Westminster.
La ceremonia duró cerca de dos horas, e inició exactamente a las 04:58 (hora ecuatoriana) con el ingreso del Rey. Recibido por la familia real y los invitados especiales, Carlos III hizo su ingreso a la Abadía. Tres minutos más tarde lo hizo la reina Camila, acompañada del cortejo real.
El monarca incorporó al acto de coronación un rezo que no se había hecho antes: “Dios de compasión y misericordia, cuyo Hijo no fue enviado para ser servido sino para servir, dame la gracia de que pueda encontrar en tu servicio la perfecta libertad, y en esa libertad el conocimiento de tu verdad”, dijo.
Posteriormente, en el momento más importante de este acto protocolario, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, colocó sobre la cabeza de Carlos III la suntuosa corona de San Eduardo, del siglo XVII. “Dios salve al Rey”, gritó el arzobispo al terminar.
Al rey se le entregó el orbe del soberano, que simboliza el mundo; el cetro con cruz, que representa el mundo cristiano; y el cetro de la paloma, símbolo del papel espiritual del monarca.
Antes, el monarca fue ungido con aceite consagrado por el arzobispo de Canterbury, el rito religioso más solemne de la liturgia de la coronación, que requiere que el monarca esté temporalmente oculto al público.
