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<p>El oleaje puede tirarte de la cama, el viento frío del mar Báltico convierte tus dedos en plástico insensible al amarrar un cabo y un barco ruso en el horizonte puede tenerte ocupado el resto de la tarde. Pero en tiempos de paz, ahí se acaba lo malo. A bordo del ‘Mersey’, <strong>una patrullera de 80 metros de la Royal Navy del Reino Unido</strong>, el aburrimiento es un lujo. “Son más grandes de lo que parecen, que no le engañe verlas desde arriba”, avisa Sophie, una de las más jóvenes de la tripulación, señalando a las olas, que esta mañana no parecen ninguna broma. Con gafas de pasta y camaradería británica, Sophie parece tener el barco entero en la cabeza. Pero también el mismo margen para sorprenderse que el resto de los marineros, 40 niños grandes de acero inoxidable que corretean por pasillos y escalerillas minúsculas en medio de un desierto de olas inabarcable.</p>
