En Florida, un hombre llegó a un refugio con lágrimas en los ojos. Mientras entregaba a Mary, repetía una y otra vez: “Es una muy buena perrita”. No quería dejarla, pero no había otra opción. El padre de Mary había sido deportado y nadie podía hacerse cargo de ella. 😢
El hombre que la llevó era su sobrino, devastado por perder a su tío y a Mary al mismo tiempo. La perrita, confundida y triste, buscaba entre los rostros al hombre que había sido su mundo. Aun así, seguía moviendo la cola y buscando consuelo, como si supiera que alguien vendría por ella.
Ese alguien fue Animal Farm Foundation, que la sacó del refugio y le dio una nueva oportunidad. Poco a poco, Mary comenzó a mostrar su verdadera personalidad: dulce, juguetona, amante del cariño y de la mantequilla de maní. Hoy se prepara para encontrar un hogar definitivo, donde será el corazón de una familia afortunada.
Mary nunca olvidará a su primer papá, el hombre que la formó y la amó. Pero su historia también refleja una realidad más amplia: los animales que sufren las consecuencias de la deportación, la inseguridad habitacional y las dificultades económicas.
Como dijo Chelsea Domaleski, gerente de comunicaciones de Animal Farm Foundation: “Perros como Mary quedan atrapados en medio, aun amando, aun siendo leales, aun mereciendo un futuro”. 👏
📷 Animal Farm Foundation