🗣️ “Yo estaba dentro de la cabina del quita nieves, pero no podía ver bien a mi sobrino que trataba de mover un todoterreno frente a la quitanieves, así que salté fuera de la máquina y me bajé para hablar con él”.
“‘Antes de salir de la cabina del conductor accione el freno de mano’, reza el manual. Pero yo no lo hice. Ese pequeño pero monumental desliz cambiaría el curso de mi vida para siempre. La quitanieves empezó a avanzar por su cuenta, y por impulso me subí a la rueda de oruga en movimiento para tratar de alcanzar la cabina y detener el vehículo que se dirigía contra mi sobrino”.
“En retrospectiva es algo imposible: saltar en movimiento el metro de ancho que miden las orugas giratorias para presionar con el puño un botón rojo de stop. Pero lo intenté y caí. Ya en el suelo me di cuenta de lo que estaba ocurriendo. Sabía que estaba bajo la máquina. Sabía que tenía el cráneo partido como una sandía y el cerebro hecho carne picada”.
“Contuve la respiración mientras la s4ngre se me agolpaba en la cara y sentía un mareo muy intenso. Allí tumbado y noqueado sabía que no podía escapar al avance de la quitanieves. A medida que mis huesos cedían, sentía lo que uno se imagina: fuerza, presión, liberación; fuerza, presión, liberación. Cada rueda que pasaba sobre mí intensificaba lo que ya era una presión repetitiva insoportable… Cráneo, mandíbula, pómulos, molares; peroné, tibia, pulmones, cuencas oculares, cráneo, pelvis, cúbito, piernas, brazos, piel; crujido, chasquido, crujido, apretón, crujido (más tarde descubrí que tenía 38 roturas)”.
“De pronto, una punzada blanca y brillante en los ojos: me cegó un relámpago que señaló la rotura de mi hueso orbital, haciendo que mi globo ocular izquierdo se saliera violentamente del cráneo”.
“Entonces, unos cinco segundos después mi cuerpo aplastado se liberó por fin del inmenso peso. Mientras yo me desmayaba momentáneamente, la quitanieves continuó su marcha”.
“De algún modo podía ver mi ojo izquierdo con el derecho; durante un milisegundo me sentí confuso, pero luego comprendí que mi ojo izquierdo se había salido de la órbita, pero que seguía funcionando. Empecé a hacer mentalmente un inventario físico. Parecía que casi todo estaba roto. Y cada vez que respiraba sentía un dolor insoportable e incapacitante”.
“Me oía emitir grandes gemidos guturales mientras luchaba por respirar. Y entonces, como un torrente, me vino la idea de para quién estaba viviendo. Mi corazón se llenó al instante de imágenes de mi hija y mi familia”.
Parte del relato de #JeremyRenner sobre el accidente que tuvo el día de año nuevo de 2023, en la que se abrió el cráneo y se rompió más de 38 huesos al ser atropellado por su quitanieves, un vehículo de siete toneladas de peso.