Celeste Ayala, una policía argentina que estaba de guardia en un hospital de La Plata, escuchó el llanto inconsolable de un bebé que había sido separado de su familia. El pequeño estaba desnutrido y con mucha hambre.
Sin pensarlo dos veces, Celeste hizo algo que conmovió al país entero: pidió permiso, lo tomó en sus brazos… y lo amamantó.
Ese día no solo calmó el llanto de un bebé hambriento. Demostró que la empatía no tiene uniforme, horario ni límites. #fblifestyle