Entre las medidas está la prohibición del consumo de hot dogs, considerados un símbolo de intromisión cultural debido a su creciente popularidad en Corea del Sur.
La preparación y consumo de este alimento puede conllevar severas penas, como trabajos forzados.
Además de los hot dogs, el gobierno norcoreano vetó otros alimentos relacionados con las culturas surcoreana y estadounidense, como el budae-jjigae, un guiso que mezcla tradiciones coreanas y estadounidenses, y el Spam, un producto enlatado que había ganado aceptación en el país.
El líder norcoreano, Kim Jong-un, implementó nuevas restricciones alimenticias como parte de su esfuerzo por frenar la expansión de la cultura occidental en el país.