El 11 de septiembre de 1973, Chile vio cómo caía derrocado el Gobierno de Salvador Allende de la mano de un general, Augusto Pinochet, que a la postre terminaría instaurando una dictadura de la que el país sudamericano no pudo librarse hasta 1990. Medio siglo después, Chile vuelve a tener un presidente de izquierdas, Gabriel Boric, pero a pie de calle la ciudadanía parece cada vez más ajena a unos tiempos dictatoriales de los que aún quedan herencias, como la Constitución.
Pinochet llegó al poder bajo el pretexto de «restaurar la institucionalidad nacional quebrantada«, lo que ‘de facto’ le permitió arrogarse todos los poderes al frente de la junta militar. Hace 50 años comenzó una de las dictaduras más duraderas del Cono Sur, responsable de miles de víctimas y con un legado político que aún subyace en ciertos sectores.
Los sondeos coinciden en dibujar una mezcla de desconocimiento y desinterés por algunos de los episodios más oscuros de la historia reciente de Chile, especialmente cuando se pregunta a los ciudadanos por lo ocurrido en el golpe. Apenas un 58 por ciento dice saber mucho o algo sobre los hechos que derrocaron a Allende, pese a que el dato es del 78 por ciento si solo se tiene en cuenta a los mayores de 53 años, según un reciente sondeo de Cerc-Mori.
También se ha roto cierto tabú en cuanto al examen público de lo ocurrido aquel 11 de septiembre y, de hecho, una de las principales figuras políticas actualmente en Chile, con opciones incluso de llegar a la Presidencia, es José Antonio Kast, que ha llegado a referirse de esta forma al golpe: «El 11 de septiembre de 1973, Chile escogió la libertad y el país que tenemos hoy es gracias a los hombres y mujeres que se alzaron para impedir la revolución marxista en nuestra tierra».
De hecho, dos de cada tres chilenos siguen respaldando a día de hoy el golpe, según un sondeo de Pulso Ciudadano previo a los actos de conmemoración que sitúa a Allende como principal responsable de la asonada a ojos de la ciudadanía. Así lo piensan cerca del 40 por ciento de los chilenos, mientras que menos del 31 por ciento apuntan a la cúpula militar, una proporción similar de quienes señalan a Estados Unidos y, en particular, a la CIA.