Se podría decir que el contestador automático es el mayor activo de la comunicación moderna del siglo pasado. Si bien el teléfono era importante, uno tenía que estar cerca de él para recibir y enviar mensajes vitales.
El contestador automático cambió todo eso. Con este increíble invento, uno podía recibir comunicaciones independientemente de si había recibido la llamada directamente o no, y la información podía distribuirse de manera mucho más efectiva.
Es casi inconcebible imaginar un mundo sin contestadores automáticos. Todos hemos experimentado la euforia de una buena noticia o la angustia de un mensaje de ruptura. Y toda esta positividad se debe a la invención, un inventor afroamericano que literalmente cambió la forma en que nos comunicamos.
Corría el año 1935 y el teléfono había cambiado la forma en que la gente se comunicaba, hacía negocios y pensaba sobre el mundo. Sin embargo, tenía un gran defecto: los propietarios de teléfonos tenían que esperar.