Smith, designado como fiscal especial del Departamento de Justicia, está al frente de la investigación a Trump por su implicación en el asalto al Capitolio de 2021 y los papeles clasificados hallados en su mansión de Mar-a-Lago.
No es la primera vez que lleva casos de alto calibre: durante las últimas dos décadas ha perseguido a funcionarios públicos internacionalmente, incluyendo condenas a criminales de guerra. Entre 2010 y 2015, supervisó procesos de anticorrupción contra múltiples políticos estadounidenses como jefe de la sección de Integridad Pública de la Fiscalía General de EE.UU.
Hasta ahora había mantenido un perfil más bien discreto. Fue el pasado noviembre cuando finalmente saltó a la esfera pública, después de que el secretario de Justicia Merrick Garland le encargara las pesquisas sobre la involucración de Trump en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 y sobre la sustracción de los documentos clasificados.
Smith ha sido descrito por Garland como «la elección correcta para investigar estos asuntos de forma imparcial y urgente», mientras que el mismo Trump lo ha calificado de «trastornado» que dirige una «caza de brujas» contra él.
El fiscal especial ha reiterado en más de una ocasión que nadie está por encima de la ley y está decidido a desarmar definitivamente al expresidente. El pasado jueves, Smith agregó tres cargos más contra Trump en el caso en el que se le acusa de hacer un mal manejo de ciertos documentos clasificados durante su época en la Casa Blanca, por el que ya acumula 40 cargos penales.