Con solo 15 años, este joven alcanzó un doctorado en física cuántica, demostrando que el talento, cuando se combina con disciplina y curiosidad, puede romper cualquier límite convencional.
Su historia nos recuerda que la grandeza no tiene edad, que la educación puede adaptarse a cada mente, y que el aprendizaje es capaz de llevarnos a lugares que antes parecían imposibles.
Un ejemplo vivo de cómo los sueños pueden adelantarse al tiempo.