Estas personas, de 65 años o más, enfrentan cambios significativos en su vida, tanto físicos como psicológicos, pero muchos de ellos eligen mantenerse activos, contribuyendo a la sociedad y la economía tanto en el ámbito laboral como en su vida cotidiana.
Marta Vivas, quien se jubiló como contadora general después de dedicar 38 años de su vida al Liceo Naval, decidió emprender una nueva aventura al establecer su propia tienda de lanas y tejidos. Con la ayuda de un crédito del Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas del Ecuador (ISSFA), Marta convirtió su pasión por el arte de tejer en un negocio exitoso.
A pesar de los desafíos económicos, Marta ha sabido enfrentarlos con ingenio y perseverancia, encontrando soluciones creativas para mantener su negocio en funcionamiento. Incluso durante la pandemia de COVID-19, se adaptó y ofreció productos y servicios a través de pedidos a domicilio.
Marta cree firmemente en la importancia de la integración de las personas mayores de 65 años en la sociedad. Cree que cada uno de ellos posee una valiosa experiencia y una seguridad adquirida a lo largo de los años. Su tienda de lana se ha convertido en un lugar de encuentro para los amantes del tejido, un espacio donde se comparten risas, historias y, sobre todo, una pasión compartida.
La historia de Marta Vivas es solo una muestra del potencial y la valía de los adultos mayores en el mercado laboral actual. Su determinación y espíritu emprendedor nos recuerdan que la edad no es un obstáculo para emprender y alcanzar nuevas metas.