Un día recibí una llamada de Ryan Reynolds preguntándome si quería participar en Deadpool 2.
Al principio pensé que era una broma. Revisé mi calendario, fingí estar ocupado… pero por dentro ya sabía la respuesta: por supuesto que sí.
Hasta ese momento, mi carrera había ido por otros caminos. No imaginaba que terminaría en una película de superhéroes, y menos en una tan caótica y divertida como Deadpool. El set era completamente distinto a lo que conocía: no había tanta formalidad, las ideas se improvisaban, todos reían y el ambiente era de pura creatividad.
Mi personaje, Peter, no tenía poderes. Solo era un tipo normal que respondió a un anuncio para unirse al equipo. Y para mi sorpresa, la gente lo amó. En la película mu3r*, pero Deadpool lo salva al final viajando en el tiempo.
Hasta hoy sigo recibiendo mensajes de fans que me dicen cuánto les gusta Peter.
✍ Rob Delaney.