En una remota aldea de Kenia enseña Peter Tabichi, un fraile franciscano que regala el 80% de su salario para que sus alumnos no abandonen la escuela.
Ese acto de amor lo llevó a ser nombrado en 2019 como el mejor maestro del mundo, con un premio de un millón de dólares.
Tabichi enseña ciencias en condiciones difíciles: estudiantes que caminan kilómetros para llegar, sin internet y con escasos recursos. Con su apoyo en uniformes, comida y materiales, logró que sus jóvenes llegaran a competir y triunfar en ferias de ciencia a nivel global.
Su historia inspiró al planeta: no se quedó con el premio para sí, sino que lo destinó también a proyectos educativos y comunitarios. Hoy sigue dando clases con humildad, recordando que un verdadero maestro enseña tanto con el corazón como con el ejemplo.