Jeanne Calment reveló el secreto que la llevó a ser la mujer más longeva del mundo. A los 122 años, perdió la vida convertida en un récord viviente, pero también por ser un misterio científico.
¿La razón? Su dieta.
La anciana todos los días tomaba vino de Oporto, aceite de oliva en exceso y comía casi un kilo de chocolate a la semana.
No hacía “vida sana”: hacía su vida. Montó bicicleta hasta los 100, practicó esgrima hasta los 85 y se rió de todo el mundo mientras tanto.
Hubo quienes dijeron que era imposible y la acusaron de no ser ella, sino su hija haciéndose pasar por la madre.
Pero estudios recientes volvieron a revisar sus documentos, fotos, testimonios y dejaron algo claro: sí era Jeanne Calment y si vivió hasta los 122 años.
Hoy, mientras intentamos vivir más con dietas perfectas y rutinas imposibles, su historia sigue recordándonos que la longevidad es mucho más caótica, injusta y fascinante de lo que creemos.
