En su infancia, Shakira vivió un rechazo que muchos desconocen: su escuela no la aceptó en el coro porque su vibrato era considerado “extraño” y “demasiado rápido”.
Lo que para su maestra era un defecto, con el tiempo se convirtió en uno de los rasgos más icónicos de su música.
La prueba perfecta de que lo distinto también puede ser brillante.