octubre 5, 2024

Un hogar sin Dios es como un barco a la deriva

Un hogar sin Dios es como un barco a la deriva.

Piensa bien antes de casarte porque la boda es un día, pero el matrimonio es todos los días, después de la fiesta, viene la convivencia.

No te apures. No tomes malas decisiones. Es mil veces mejor estar soltero que estar casado con la persona equivocada.

Si quieres casarte para que te hagan felíz, o porque sientes que ya “se te está pasando el tren”, debes pensarlo bien.

El matrimonio no es para eso, no es para llenar vacios emocionales, ni para complacer a los demás.

Evita casarte con una persona contenciosa, conflictiva. Detecta esas pequeñas señales: las personas temperamentales, explosivas, que todo lo hacen pleito, no te darán paz.

No te cases con la idea de que ya casados harás que tu pareja cambie. Nadie cambia a nadie. Las personas cambian por sí solas cuando toman conciencia. Si cuando es soltero es tacaño, cuando se case seguirá siendo tacaño.

Si cuando es soltera es mala, cuando se case seguirá siendo mala. No confundas ser un buen padre con ser un buen esposo, o ser una buena madre con ser una buena esposa.

Son papeles diferentes y debes cumplir con ambos. El matrimonio sin amistad es como un cielo sin sol, las parejas deben ser amantes, amigos, cómplices, deben ser ante todo, un equipo.

La gente a veces tergiversa lo que escucha, pero nunca pueden tergiversar el silencio, así que piensa bien antes de hablar. Una palabra mal dicha puede traer dolores de cabeza.

Presta atención, mucha atención a las personas que se cruzan en tu vida. Dicen que cuando Dios te quiere bendecir, pone a una buena persona en tu camino.

Así que debes ser cuidadoso: debes aprender a detectar a las personas disfrazadas. No todos los que llegan a tu vida llegan con buenas intenciones.

Hay tres tipos de personas a evitar, cuatro tipos de personas con los que no debes casarte: Los desleales, los conflictivos, los que sean dependiente de algún vicio y los que no son productivos.

Antes de tener una esposa, el hombre debe tener un trabajo. No deberías casarte con un hombre flojo. Algunas mujeres dicen: “yo quiero que mi pareja me haga reír, quiero que tenga un gran sentido del humor.”

Escucha esto: el humor es bueno, pero no es lo más importante. No te cases para que te hagan reír. Casarte con un comediante no garantiza que serás felíz.

Cásate con alguien que tenga tus mismas creencias religiosas, valores y principios similares, sobre todo, cásate con alguien que sea tolerante que respete tu forma de pensar y de ser.

Hay tres palabras muy poderosas, tres palabras que hacen que las relaciones se fortalezcan. Esas palabras son: “perdón”, “te amo”, y “gracias.”

Si quieres lo que nadie tuvo, debes hacer lo que nadie hizo. Los matrimonios sólidos y fuertes pasan por crisis, contratiempos y mareas, pero tienen algo en común: lo que sea que tengan al frente lo enfrentan juntos.

Si te casas, debes superar la soltería. No hay marcha atrás. No puedes casarte y seguir actuando como un soltero.

El matrimonio es compromiso, es fidelidad, es respeto a tu pareja, a tu hogar y, ante todo, respeto a ti mismo. No pongas tu prioridad en el fisico.

Es cierto, debes cuidar tu salud, tu apariencia, tu energía; pero recuerda que conforme avanza la edad es normal cambiar.

No fuerces tu físico en apariencias imposibles. “Importante: pon a Dios primero”.

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