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Militante de la Juventud Peronista (JP), de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y luego de Montoneros, en Tucumán, de donde es oriunda. La “Turca” como la llamaban sus compañeros de militancia, fue protagonista del Tucumanazo, el Cordobazo y todos los azos. Así fue como empezó a colaborar en 1969 para las Fuerzas Armadas Revolucionarias, organización que comienza apoyando el movimiento del Che Guevara y más tarde se inserta en la guerrilla urbana de Argentina.
Entre
1970 y 1971, luego de la muerte de dos amigos y compañeros de
militancia, decide involucrarse de lleno en el movimiento, donde además
de participar de
la política también recibió entrenamiento militar. Durante el año 1973,
Renée estudiaba en la Facultad de Artes y trabajaba en Tribunales de la
provincia, año en el que tuvo que dejar su amado Tucumán para
trasladarse a Córdoba por amenazas que había y allanamientos
que realizaba la policía en su domicilio. Luego la organización la
designó a militar en la provincia de Mendoza, durante el mismo año que
la FAR estaba iniciándose en Mendoza, pero también pasa a fusionarse con
la agrupación Montoneros.
En
medio de este contexto político conoce a su compañero cordobés, Emilio
Carlos Ásale, con quien tuvieron una hija. Renée y Emilio militaron
juntos además
de proporcionar su casa como lugar operativo, en ese momento la
organización también pasó a la clandestinidad. Emilio desapareció seis
meses después del nacimiento de su hija.
Renée
Ahualli testimonió ante el tribunal que intentaba dilucidar la muerte
del poeta Paco Urondo y la desaparición de Alicia Raboy, pareja del
escritor. El
de Ahualli no fue un testimonio más. Ante los magistrados relató una
persecución por las calles de Dorrego y un tiroteo que culminó en
Remedios de Escalada y Tucumán en la localidad de Guaymallén, con la
muerte de Urondo y la desaparición de Raboy, allá por
junio de 1976.
Los
acontecimientos de la tarde del 17 de junio comienzan con la llegada de
Renée a una «cita de control», en la que debía reunirse con otras dos
personas,
entre ellos, Urondo. Periódicamente, en fechas previamente fijadas, se
producían estos encuentros, en un tramo de cinco cuadras, para simular
que el azar intervenía en la reunión y una caminata era la excusa para
pasar la información.
“La
Turca” que era experta en disfraces por su vinculación con el teatro,
reconoce gente con pelucas en el trayecto. Luego ve un Peugeot 504 rojo
que supo
ser vehículo de los Montoneros mendocinos. Dentro del auto ve a un
compañero de militancia, Torres, flanqueado por otras dos personas de
civil. «Le dije a Paco, rajemos», cuenta. Urondo acelera y el Peugeot
inicia la persecución que lo llevaría a la muerte.
Después de este terrible acontecimiento, Renée se escapa a Buenos
Aires, sobreviviendo de hotel en hotel con su pareja e hija. Luego de
seis meses, su compañero de vida “Tincho”, es desaparecido el 11 de
enero de 1977 por la patota de la ESMA y subido a un
vuelo de la muerte.
La
Turca trabajó sin su nombre legal durante mucho tiempo, además estudió
carreras que pudieran darle una salida laboral rápida y donde no
necesitara utilizar
su nombre real. Cuando volvió a Tucumán después de la dictadura,
terminó su carrera en artes escénicas y se dedicó al maquillaje teatral,
que es lo que había hecho durante su clandestinidad.
Durante 22 años y 2 meses se dedicó a la docencia en la Facultad de Artes. Hasta los últimos días, Renée Ahualli, fue miembro de Familiares de Desaparecidos de Tucumán (FA.DE.TUC.) y subsecretaria de Derechos Humanos de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) de Tucumán.
A modo de homenaje reproducimos dos entrevistas que le hiciéramos en FM La Boca (90.1) de Buenos Aires
Entrevista
realizada al cumplirse 39 años del asesinato de “Paco” Urondo
(17/6/1976) en “Ciudad Cultural” que se emite los jueves de 19:00 a
20:00
«Paco fue un gran jefe que eligió morir para que nosotras nos salváramos»
M.H.: Estamos
en comunicación con Renée
Ahualli, la Turca, quien compartió con Paco Urondo sus últimos momentos
de vida en Mendoza, cuando fuera asesinado el 17 de junio de 1976. Te
pido que revivas ese momento para nuestros oyentes.
R.A.: A
pesar de los años me cuesta bastante
recordar ese momento. Fue una cita de control que hacíamos para ver si
necesitábamos algo, si estábamos bien, si había alguna novedad en la
célula a la que pertenecíamos. Él era el responsable de Mendoza y yo
llegué a la cita a las 18 en punto y un auto que
yo no conocía se paró en la esquina, era Paco, venía con su esposa y su
beba de 11 meses. Me dijo que no le gustaba lo que estaba viendo en la
cita, y me pidió que como yo conocía más la zona me fijara, porque él
hacía solo dos o tres semanas que había llegado
a Mendoza.
El
error fue volver a pasar por donde él aparentemente ya había pasado dos
veces según lo que dice el parte policial que vi posteriormente. O sea
que pasó
tres veces por el mismo lugar. Apenas entramos en la cita me di cuenta
de que había personas disfrazadas, producidas para parecer vecinos,
gente barriendo la vereda, parejas y además vi un auto que era nuestro y
que la policía se había apoderado, ahí sin duda
le dije «está cantada, rajá». Así nos empezaron a seguir los del auto
rojo y empezaron a tirar, yo estaba sin arma, Paco me pasó una pistola y
él con un revólver tiraba sobre la mano del volante, así que yo tuve
que tirar con la izquierda, cosa que nunca había
hecho, pero las circunstancias no permitían otra cosa, aunque el
cargador se terminó enseguida.
No
pudimos zafar, seguimos dando vueltas hasta que Paco choca contra una
camioneta rastrojera que quedó en medio de la calle. Nosotros seguimos,
pensé que
habíamos zafado pero los tipos seguían atrás nuestro y ahí fue donde
Paco nos puenteó. Ahora, después de tantos años, sé que no se había
tomado la pastilla, en ese momento preguntó si alguien estaba herido, yo
le dije que sí, porque había sentido un impacto
en mi pierna.
A
pesar de saber que yo estaba herida cuando paró el auto dijo «me tomé
la pastilla, me siento mal, bájense y váyanse». Alicia salió con la nena
por la puerta
de adelante, yo por la de atrás, me fui por la calle perpendicular a la
que veníamos, no supe por dónde escapó Alicia. Conseguí que me
ayudaran, una persona me ayudó a trepar por una tapia hacia una vecindad
donde no había casas, de ahí caminé tres cuadras
hasta una parada de trolebús que era el único medio de transporte que
había en ese lugar para salir de la zona.
M.H.: Aclaremos
que «la pastilla» a la
que hace mención la Turca es la pastilla de cianuro que portaban en
aquel momento los oficiales montoneros para no caer vivos y tener que
soportar la tortura y la posibilidad de dar algún dato que comprometiera
a la organización. Siempre se planteó que Paco
Urondo, en el momento de ser abatido, había tomado la pastilla de
cianuro y vos después pudiste comprobar lo contrario, por la autopsia
que se conoció en el juicio de sus asesinos.
R.A.: Ahí
está la reivindicación al gran
jefe que fue Paco, porque él sabiendo que yo estaba herida me podría
haber hecho quedar y aguantar, pero decidió quedarse él y que nosotras
nos fuéramos, eso le da un plus más como ser humano y compañero. Esa es
la verdadera historia que se va aclarando a
través de los juicios, que costó años de armar rompecabezas, finalmente
nos damos cuenta de que no estábamos tan errados.
Entrevista
realizada el 30.7.2014 en el programa «Fe de erratas» que se emite por
FM La Boca (90.1) los miércoles de 9:00 a 10:00
«Los delitos sexuales eran un arma de deshumanización y sometimiento utilizada
en los CCDTM por la dictadura»
M.H.:
Los jueces de la causa ESMA rechazaron el pedido de ampliación por los
crímenes sexuales acontecidos en ese Centro Clandestino durante la
dictadura.
R.A.: Sí,
conozco el tema, se trata del
tercer juicio de la ESMA, hubo dos anteriores y yo fui testigo por mi
compañero, que es el primero que cuenta cómo ocurren los vuelos de la
muerte, a él lo suben al avión y después lo bajan porque lo querían
llevar a Mendoza, donde había militado, para sacarle
más información. Estuve en junio o julio del año pasado declarando,
lleva dos años este juicio y no entiendo por qué ahora no quieren tratar
los delitos sexuales.
M.H.: El argumento de los jueces es que no había tiempo.
R.A.: Esas
cosas se van resolviendo a medida
que se va desarrollando el juicio, porque en toda la parte principal,
se toman las declaraciones a los testigos, sin el tratamiento oral, y
lleva un tiempo largo. Esto sería como adicionarle algo más al juicio,
que no se hizo en el momento de la instrucción.
A veces lo permiten, pero en este caso no.
M.H.:
La jueza que preside el tribunal, Adriana Paliotti, señaló que estos
crímenes aberrantes están siendo investigados por el juez Torres que
llamó a
indagatoria a dos de los genocidas.
R.A.: El
problema es que después hizo la
plancha. Sería importante que esto se introduzca en el juicio ahora,
por varias razones, por un lado, porque los testigos y víctimas también
tenemos un fin biológico, además de los genocidas que se mueren sin ser
condenados y estamos buscando la verdad y que
se haga justicia.
En
los casos de delitos sexuales Tucumán y Santiago del Estero fueron
puntales, inclusive tenemos un protocolo que hemos logrado con la lucha y
el acompañamiento
de los psicólogos, que dice que la persona que quiera declarar sobre
delitos sexuales puede optar por pedir que se retiren los genocidas y el
público.
M.H.:
Recuerdo que una señora mayor, en el juicio de Arsenales, se negó a que
se retirara el público ante el ofrecimiento del juez, porque quería que
la
gente escuchara, y cuando el juez le pidió que identifique a alguno de
los violadores, los señaló mientras ellos la miraban sin inmutarse.
R.A.: Era una señora muy humilde que hacía
la comida para la gente que trabajaba en el campo.
M.H.:
Como parte de la Secretaría de Derechos Humanos de la CTA Tucumán te
pregunto: ¿hay una evaluación de los alcances de este aspecto que se
empieza
a discutir ahora y que tiene que ver con los ataques sexuales como
recurso fundamental de parte del Estado como herramienta de tortura
hacia las mujeres?
R.A.: Sí, es un delito más dentro de los
delitos de lesa humanidad.
Para
la mentalidad retrógrada de los milicos no era posible que una mujer
empuñara un arma o saliera al barrio, hablara e hiciera política
M.H.: ¿Son situaciones excepcionales, excesos como se solía decir en el pasado? ¿O es una práctica sistemática?
R.A.: Los
juicios nos llevan a encontrar
la verdad que venimos construyendo como piezas de un rompecabezas. Como
bien lo dijiste los tipos no hablan, no interpelan, se mantienen
inmutables, pero se está llegando a la verdad a través de las
declaraciones de las víctimas, que desgraciadamente tienen
que volver a pasar por la historia al contarla, es muy desequilibrante y
movilizante.
Esta
era un arma más en contra de los detenidos. Recordarás que en los ´70
la figura de la mujer cambia, empieza a ir a trabajar, a tener mayores
libertades
y responsabilidades. No lo digo solamente por la cuestión sexual, sino
porque la mujer adquiere otras funciones dentro de la sociedad, que
siempre se retrae ante los cambios. Particularmente para la mentalidad
retrógrada de estos hombres era imposible que
una mujer empuñara un arma o saliera al barrio, hablara e hiciera
política.
Creo
que lo que pasa actualmente con la impunidad con el ataque al género
femenino, tiene que ver con aquello. Ellos lo usaban como una tortura
más y como
otra forma de denigrar al ser humano, porque no solo atacaban
sexualmente a las mujeres, sino también a los hombres, era una forma de
deshumanizarlos y someterlos.
No
hay que olvidarse de esto, porque es parte de lo que pasa hoy, cuando
los hombres matan a una mujer como si estuvieran matando una gallina.
Los
genocidas han cometido todas las aberraciones que te puedas imaginar y
han estado libres por años, sin ser llamados a declarar, ni someterlos a
juicio
como se ha logrado gracias a tanto tiempo de trabajo de los organismos
de Derechos Humanos y a un gobierno que ha sido capaz de tomar estas
armas y llevar a buen fin estos juicios que habían sido suspendidos en
el momento en el que debían haber sido llevados
a cabo, porque ahora son todos viejos, hay personas que les tienen
lástima a semejantes sinvergüenzas, por no decir otras palabras más
fuertes que se me ocurren.
Mañana
es el último día de un juicio en Tucumán contra un juez, Manlio
Martínez, que va a ser el primer condenado por no haber aceptado ningún
escrito presentado
por los familiares, no actuó como debía ante los hábeas corpus.
Esperamos una sentencia justa.
En Montoneros no hay autocrítica, no la hubo ni la habrá
M.H.:
Le estaba comentando a los oyentes que estuvimos presentando «El
Peronismo que no fue» el sábado pasado en el hotel BAUEN, y hace quince
días lo hicimos
también en Tucumán. Quería preguntarte cómo viviste esas dos
presentaciones.
R.A.: La
verdad que estuvo buenísimo, porque
hubo mucha participación del público, que da cuenta de que todavía
tenemos muchísimo para discutir acerca de la historia pasada cuando está
contada desde otro lugar, del que no se entera el pueblo, que es quien
tiene que participar.
Lo
de Tucumán fue increíble, porque a las cuatro de la tarde la gente
duerme la siesta, y nosotros presentando el libro a esa hora y concurrió
mucha gente
a pesar de eso. La gente no entendía el horario, pensaban que la cita
estaba equivocada. Pero salió todo bien, yo creo que tienen que estar
contentos, es bueno difundir estas cosas, estas historias que no se
cuentan, porque hay mucha gente que no las sabe.
Está bueno el libro para leerlo y para discutirlo como dice Gerardo
Bavio, que tira unas cuantas cosas para completar la discusión que es lo
más importante.
M.H.:
Recién estábamos comentando con un compañero que hace un programa antes
que nosotros, que a veces uno no sabe bien si estos libros sirven o no,
porque
nota que hay muchos sectores juveniles del peronismo que se han
acercado en los últimos años, y que las historias que les cuentan están
un poco tergiversadas. Por ejemplo, dicen que la Juventud Peronista la
fundaron los Montoneros, y entonces, ¿dónde quedó
Gustavo Rearte?, y así otras cosas por el estilo.
Yo
también quiero destacar y hacer público que me gustó mucho la
presentación que hizo Vicente Zito Lema, hace alrededor de quince años
que por distintas
razones lo frecuento y nunca lo escuché hablar como el sábado, estuvo
muy bien, coincidíamos en esto con Jaime Dri a quien entrevisté el lunes
y le comentaba que a mí me sorprendió que los compañeros de mayor
trayectoria montonera pura no se acercaron, que
no es tu caso que estuviste en las Fuerzas Armadas Revolucionarias
(FAR), y tampoco el de muchos compañeros que estuvieron el sábado
pertenecientes a la Columna Norte y los compañeros de Córdoba que
estuvieron con Osatinsky. Jaime me decía que ellos ya cerraron
la discusión.
R.A.: Claro, no hay autocrítica, no hubo
ni la habrá.
M.H.: Vos pensás que no va a haber debate por ese lado.
R.A.: Y es necesario el debate, porque
ya viste que todavía hay heridas abiertas.
M.H.:
Sí, yo que no soy del palo ya tomé nota de eso. Turca, saliendo un
poquito de este tema, es decir, saliendo y volviéndole a entrar por otro
lado,
les comentaba a los oyentes de tu función dentro de la CTA de Tucumán
vinculada a los Derechos Humanos, y uno de los temas que salió en la
discusión del sábado, fue el de los delitos sexuales cometidos por la
dictadura militar.
R.A.: Sí, yo personalmente participo en
casi todos los juicios que se hacen, casi a diario, el día que no estoy las compañeras me extrañan, es una cosa de locos.
Es importante conocer la historia, tener memoria, pero también ocuparnos de los Derechos Humanos de este momento
M.H.:
Y no solamente en este tipo de juicios, porque el otro día estando en
Tucumán, estábamos comiendo y estaba con nosotros una compañera, y en un
momento
me preguntaste si la conocía, era la mamá de Sebastián Bordón,
asesinado por la policía mendocina durante su viaje de egresados, con 17
años.
R.A.: Miriam Medina.
M.H.:
Entonces, es amplio tu espectro de acción, no solo en lo que respecta a
la violación de los Derechos Humanos en la última dictadura, sino las
violaciones
en el presente también.
R.A.: Más
vale, es que es la manera de
trabajar en Derechos Humanos, porque ya hicimos y estamos haciendo
permanentemente cosas por la memoria, por la verdad, estos juicios han
sido muy importantes, no hemos condenado a todos los que debiéramos
condenar, hay muchos que todavía andan sueltos, que
no aparecieron en las listas. Simbólicamente, esa parte está como
cumplida, no sé si se entiende lo que digo, falta mucho por hacer, es
importante conocer la historia, tener memoria, pero también ocuparnos de
los Derechos Humanos de este momento, porque son
muchos los que han sido desaparecidos con la dictadura militar y
después con los gobiernos que siguieron.
Primero
fue el indulto, después la obediencia debida, y todo lo que hizo Menem
que vendió el país completo a los intereses antinacionales que siempre
están
y ahora están empujando con toda la fuerza. Es increíble pensar que
esta gente defienda o tenga una posición tan tremenda con respecto a los
fondos «buitres» como si ellos fueran de afuera. Esta lucha que se hace
contra los «buitres» no es propia de este gobierno,
porque son deudas de tiempos pasados, pero la gente no lo tiene claro,
es terrible porque los medios ayudan a la confusión, son terribles.
M.H.:
No dejes de leer hoy, el relato de Clarín sobre «Braden o Perón», que
compara con los carteles que han aparecido en la calle «Griesa o
Cristina»,
no dejes de leerlo porque es impresionante cómo se puede tergiversar un
hecho histórico en cuatro líneas.
R.A.: No es la primera vez.
M.H.:
Te lo recomiendo porque realmente es una cosa indignante lo que escribe
una persona como Bosoer que es uno de los redactores del diario que
conoce
perfectamente bien los hechos históricos, y cómo los tergiversa.
R.A.: Esto no es nuevo, los medios lo hacen
todo el tiempo.
M.H.: Como vimos en la película que fueron a estrenar Miguel Ángel Estrella y Jaime Dri en Tucumán.
R.A.: Yo
lo viví con mi propia historia,
cuando asesinaron a Paco Urondo, porque dicen que íbamos a tomar una
comisaría con una niña de escudo, una cosa horrible, nos hacían aparecer
como monstruos, y solamente íbamos a una cita de control para saber si
algún militante necesitaba algo y por eso estaba
la hija de Paco. No era lo que decían.
M.H.:
Justamente, uno de los temas que aborda la película que se estrenó en
Tucumán es el caso del papel de la Editorial Atlántida, a través de sus
revistas
como Gente, Somos, Para Tí, y otras más, bajo la responsabilidad
editorial de Chiche Gelblung, particularmente el tratamiento del caso de
Alejandrina Barry.
R.A.: Todo
lo que aparece ahí son cosas
increíbles que se escribieron, y ahora, más increíble aún, que la gente
tiene una idea más clara, porque se discute, se pelea, se puede hablar,
estamos en democracia y aparecen muchas cosas. Si vos tomás un diario
de estos grupos, y los comparás con otros,
te das cuenta cómo interpretan diferente la misma noticia.
M.H.:
Yo quiero señalar algo, porque en Tucumán estaba presente una compañera
que estuvo secuestrada en la ESMA con sus tres hijas, al mismo momento
que
se hacían esas publicaciones, diciendo que Alejandrina Barry había sido
abandonada por sus padres y resulta que ellos habían sido asesinados en
Uruguay, y los marinos tenían a las hijas de Susana dentro de la ESMA,
secuestradas con la mamá, con 3, 4 y 5 años.
R.A.: Eso era permanente, además los enfrentamientos
que decían eran fusilamientos de gente que tenían secuestrada y decidían matarla.
M.H.: Turca, ya se nos está yendo el tiempo, quiero volver sobre el tema de los delitos sexuales.
R.A.: Con
respecto a eso yo estuve presente
en varios juicios. Hay un protocolo, no sé si lo sabías, que permite
que la persona que vaya a contar su historia de violación pueda quedarse
sola con los jueces y con los abogados pertinentes, y todo el público
salga. Mucha gente lo pidió, pero otra gente
no lo pidió justamente para que se conozcan las barbaridades que hizo
la dictadura.
Hay
ejemplos de personas intelectualmente muy elevadas, como personas muy
humildes, que son las que menos pudor tienen en contar ciertas cosas.
Una señora,
creo que de apellido Quiroga, coincidiendo en el apellido de la
compañera que me estas nombrando, muy humilde, del campo tucumano, que
cocinaba para los obreros del surco, la detuvieron, la torturaron y, al
mismo tiempo que la picaneaban, la violaban. Al chico
que la ayudaba cocinando para llevarle la comida a la gente del surco,
lo mataron delante de ella, lo colgaron, empezaron a sacarle pedazos del
cuerpo, una cosa tan horrible lo que hicieron estos genocidas, que te
preguntás qué tienen dentro de la mente.
Esta
mujer decía que nadie se vaya de la sala, que todos sepan que a ella le
terminaron la vida, porque los parientes no la querían ver más, por
todo esto
que le ha pasado. Y otras compañeras, que son culturalmente más
elevadas, por decirlo de alguna manera, también han pedido que se quede
el público. Inclusive una compañera que conozco porque estaba bajo mis
funciones, hizo esto bajo el mismo criterio, para
que se sepa quiénes son estos tipos y que nunca más se repita esta
historia. Y creo que hay una discusión muy fuerte sobre un libro que
todavía no leí.
M.H.: El de Miriam Lewin, que se mencionó el sábado.
R.A.: Yo creo que está equivocado desde
el título, que es como demasiado, pero como no lo leí, no puedo opinar.
M.H.: Algunas compañeras lo mencionaron el sábado, porque habla de personas que no han autorizado que se mencionen sus nombres.
R.A.: Claro,
por esto del protocolo que
te digo, en el juicio permitían que se queden solo los jueces y los
abogados. Entonces, meterlo en un libro y publicarlo sin autorización es
bastante jodido. No lo leí, pero conozco algunas compañeras que están
escrachadas.