Pese a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la menstruación es un asunto de salud pública y derechos humanos, en Ecuador, la pobreza menstrual hace que haya mujeres que deban cortar una toalla en tres partes, usar telas usadas o no asistir al colegio en sus días de periodo. Porque aunque la salud es un derecho, la menstruación digna es un privilegio.
Al consultar al Ministerio de Salud Pública (MSP), sobre si en sus centros de salud se entregan toallas sanitarias, tampones, copas menstruales o pastillas para cólicos, respondió: “Esta cartera de Estado adquiere medicamentos o dispositivos médicos para brindar servicios de salud sexual y salud reproductiva. Sin embargo, las toallas sanitarias, copas menstruales, pastillas para cólicos forman parte de los productos de higiene personal, los cuales se adquieren de forma particular”.
El MSP resalta que cuenta con paracetamol e ibuprofeno, medicamentos analgésicos que alivian el dolor y que pueden ser utilizados “de ser necesario para controlar los dolores producidos por cólicos menstruales”.
Anualmente, una ecuatoriana puede gastar un promedio de $42 en toallas sanitarias. Los costos pueden aumentar (por el número de toallas usadas, marca y calidad) y también si se requieren otros insumos como pastillas para los cólicos. Así lo detalla un estudio de la fundación Friedrich-Ebert-Stiftung de Alemania. Esto representa “un costo alto especialmente en aquellas familias con ingresos básicos y en las que hay más de dos mujeres”, detalla Plan Internacional Ecuador.
Ley archivada
A finales de 2022, el proyecto de ley para entregar gratuitamente productos de higiene menstrual de manera universal a la población femenina entre 12 y 50 años quedó archivado, tras pasar el primer debate en la Asamblea Nacional. El argumento fue que esto le significaría al fisco un gasto anual de $165,2 millones.