Los viajeros podían encender un cigarrillo y, por unos centavos, disfrutar de la televisión mientras esperaban su autobús.
En 1969, la terminal de autobuses “Greyhound” en “Los Ángeles” era un lugar muy particular, ya que contaba con ceniceros y televisores que funcionaban con monedas.
Los ceniceros estaban diseñados para que, al insertar una moneda, se activara un pequeño ventilador que absorbía el humo, algo muy avanzado para la época.
Por otro lado, los televisores operaban de manera similar a las máquinas expendedoras: tras insertar la moneda, el televisor se encendía por un período de tiempo limitado.
Estos servicios reflejan cómo era la vida y la cultura en ese momento, cuando fumar en lugares públicos era común y ver televisión era considerado un lujo que hacía más amena la espera.