Allí, donde los conquistadores españoles vieron una elevación cubierta de vegetación, conocida en sus inicios como Cerrito Verde o Cerro de la Culata, nació la urbe que hoy parece extenderse hasta el horizonte del Golfo.
Ambos cerros formaban una figura semejante a una silla de montar. Por ello, Guayaquil fue nombrada en un tiempo -tras su asentamiento en el cerro Santa Ana en 1547- como la “Ciudad de la Gineta Ensillada”, una metáfora topográfica de la fisonomía inicial de la ciudad.
Guayaquil, la ciudad que un 9 de octubre de 1820 gritó su independencia, se originó casi tres siglos antes entre dos colinas, parte de una misma formación natural: el Cerro Santa Ana y el Cerro del Carmen, cuyas cimas son hoy sus principales miradores en el centro de la ciudad.
Los cerros Santa Ana, del Carmen y Bellavista ofrecen perspectivas únicas para redescubrir la ciudad que nació entre colinas, creció mirando al río Guayas y celebra sus 205 años de Independencia.
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