Los medios de comunicación masivos, sean prensa, televisión o internet comparten constantemente noticias que refuerzan nuestra percepción de que el mundo es cada vez más peligroso y que los niveles de violencia están en niveles sin precedentes ¿Es esta apreciación correcta?, ¿es la vida ahora más violenta que ‘antes’?
Deseo iniciar esta nueva serie sobre revisión literaria valiosa y aplicable a nuestras vidas, con el ejemplo perfecto que terminé hace pronto “Los ángeles que llevamos dentro: el declive de la violencia y sus implicaciones” de Steven Pinker. Así, con la entrada en este año de Guayaquil al top 25 de las ciudades más violentas del mundo, a pesar de ello, ¿está la violencia en declive?
Enfocándose al análisis todavía más hacia el Ecuador, no voy a negar que buena parte de nuestro fenómeno en materia de seguridad podría interpretarse desde las implicaciones de que pasásemos en años recientes de ser un país de tránsito para el tráfico de drogas a uno de producción en el que los grupos narcodelictivosse nutren de faltas de control en el espacio aéreo y sobre todo marítimos para hacer de las suyas; algo que llegó a incidir en las vidas de ciudadanos que simplemente están en el lugar y momento equivocado y pasan a ser una estadística más. Pero, de vuelta al libro, mediante una exploración histórica de este, en la que destacan datos como que el 15% de restos de humanos prehistóricos muestran haber fenecido por muertes violentas o, que en el siglo XIII los mongoles masacrar brutalmente 40 millones de personas en sus conquistas, podemos sacar la conclusión de que la vida antes era mucho más violenta.