marzo 29, 2024

Juana y el ideal de la anarquía

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Una vocación de lucha y reflexión

El
1º de mayo de 1904, estuvo en la manifestación que fue su “bautismo
de sangre”, ya que allí le tocó asistir a un obrero que resultó
muerto por la represión policial.

En
1905 representa a las trabajadoras de la Refinería Argentina de
Rosario (planta elaboradora de azúcar) en el Vº Congreso de la
Federación Obrera Regional Argentina (FORA), encuentro en el que
tomó fisonomía más definida la central sindical a la que Juana
estuvo adherida de allí en adelante.

Aún
adolescente, con otras pioneras, funda un Centro Femenino Anarquista.
Relata Juana: “En
los primeros meses del año 1907, ayudada por la compañera María
Collazo, organizamos el primer centro femenino anarquista que existió
en la República Argentina. Tomaron parte muchas y activas
compañeras: Virginia Bolten, que fue una gran escritora y
conferencista, Teresa Caporaletti, Elisa Leotar, María Reyes,
Violeta García, María Collazo y Marta Newelstein.”

En
1907 tomó parte en la huelga de inquilinos (“huelga de las
escobas”, se la llamó también, por la alta participación de
mujeres). Esa actuación le acarrearía una deportación del país,
en aplicación de la ley de residencia, con rumbo a España, su país
de origen. Se la expulsó en medio de la represión por el atentado
fracasado de un anarquista, Francisco Solano Regis, contra el
presidente José Figueroa Alcorta.

En
distintos momentos pasó por Francia, Italia y Montevideo, siempre
involucrada en la militancia libertaria.

En
Uruguay se reencuentra con Virgina Bolten y otrxs deportadxs desde
Argentina. Trabajadora del vestido por oficio, haría del periodismo
una práctica habitual. En Montevideo toma parte principal en el
periódico La
Nueva Senda
,
en el que escribe junto a las mencionadas Bolten y Collazo.

Un
tiempo después es perseguida en Uruguay, sobre todo por su actuación
en las protestas contra el fusilamiento de Francisco Ferrer, el
mentor de la “escuela racionalista” en Cataluña. Lo comenta
así: “Los
anarquistas iniciamos una campaña de conferencias y sacamos un
número extraordinario de La
Nueva Senda
.
La actividad en el Centro Internacional era enorme y todo Montevideo
se movilizaba en pro del gran maestro, fundador y sostenedor de la
‘Escuela moderna’.”

En
la capital uruguaya logrará burlar el acoso policial, disfrazada de
hombre.

Volvió
a ingresar en Argentina, con apellido distinto para disimular su
identidad, ya no fue «Buela», sino «Rouco» el que
utilizó.

Indómita,
participa en las movilizaciones ácratas contra la celebración del
Centenario de la revolución de mayo. Es nuevamente detenida y
deportada, esta vez a Montevideo, donde seguía abierta la causa por
su participación en la reivindicación de Ferrer. Estuvo varios
meses en prisión. Intentó viajar de modo clandestino en un barco
con rumbo a Francia. La descubrieron, pero quedó en libertad,
desembarcada en Río de Janeiro. Vivirá tres años en Brasil.

Vuelve
a Buenos Aires en 1917, ya anulada su deportación. Al tiempo se la
verá en las huelgas y movilizaciones que configuraron la llamada
“Semana Trágica” de enero de 1919. Asimismo organiza a
costureras, sastres y otrxs trabajadores de la industria del vestido
en la que se llamó la Federación Obrera de la Aguja.

En
1920 se traslada a Rosario. Tendría continuidad en la militancia de
la FORA, y recorrió el país dando conferencias. Parte de su prédica
iba dirigida a las mujeres, con la idea de la emancipación femenina
de tutelas patriarcales, eclesiásticas y patronales.

En la tribuna femenina

Como
parte de esa labor, en 1922, fundó en Necochea Nuestra
Tribuna
,
periódico libertario escrito y dirigido sólo por mujeres.

Anota
en su autobiografía: “Allí
encontré un plantel de mujeres con conocimientos y capacidad
ideológica poco común en otras mujeres y en otras localidades,
donde por lo general se encontraba una o dos compañeras pero nada
más. Enseguida me puse en íntima comunicación con ellas, y creamos
esa afinidad que es tan necesaria para la realización de nuestras
cosas.”

Con
ese sustento humano y político conformó
un Centro de Estudios Sociales Femeninos y lanzó el periódico, que
constituía un viejo sueño suyo. Logró sostener la publicación
durante tres años, al principio con periodicidad quincenal.

En
Necochea se manifiesta en favor de Kurt Wilckens, el anarquista que
ejecuta al teniente coronel. Héctor Benigno Varela, el verdugo de
los huelguistas de la Patagonia. A lo que seguirá el repudio de su
cobarde asesinato, mientras se hallaba encarcelado. Alzar la voz en
estas cuestiones le acarreó de nuevo la persecución judicial, que
involucra a un hermano de Varela con funciones policiales en la
ciudad.

Cuando
se aleja de la localidad costera sigue publicando el periódico,
primero en Tandil y luego en Buenos Aires, ya sin el valioso grupo de
apoyo femenino de la ciudad balnearia. Y finalmente se ve obligada a
cerrarlo.

Continúa
con el periodismo en variadas publicaciones, y en diciembre de 1928
cubre para el diario El
Mundo

el III Congreso Internacional Femenino. Juana discrepa con muchas de
las que toman parte en esa reunión, lo que no obsta a su interés
por las cuestiones discutidas.

En
su autobiografía apunta que “…todos
estos temas no se discutieron con la profundidad que ellos merecían,
porque las propias delegadas que los discutían estaban impregnadas
de prejuicios inherentes al sistema social en que vivimos.” La
reivindicación que Juana hacía de las mujeres no se reconocía en
prédicas feministas de tintes liberales o socialdemócratas.
Apuntaba en cambio a un choque frontal contra el sistema social
imperante.

El
golpe de 1930 dañó al anarquismo con ferocidad inusitada.
Sindicatos, periódicos, asociaciones culturales sufrieron clausuras,
persecuciones y encarcelamiento de sus militantes, sumada a la
expulsión de los que eran extranjerxs. La represión llegó hasta
los fusilamientos, clandestinos o públicos, como los de Joaquín
Penina, Severino Di Giovanni y Paulino Scarfó.

La
ola represiva y la ruptura con su compañero de varios años y padre
de sus hijos, por razones tanto sentimentales como políticas (él
dejó el ideario libertario y se afilió al radicalismo), mantuvieron
a Juana fuera de la actividad por unos años, centrada en poner a
flote su vida y la de sus hijos.

La solidaridad antifascista, las bibliotecas

En
1936, luego del golpe militar en España, la solidaridad con el
antifascismo español la trajo de nuevo a la militancia. Escribió al
respecto: “En
el año 1936, la Revolución Española me despertó del letargo en
que yo me encontraba sumida.”
Ya terminado el conflicto español siguió su actuación en el
Patronato Español de Víctimas Antifascistas (PEAVA)

Volcaría
asimismo su empeño y sus dotes organizativas en una biblioteca
popular del barrio de Versalles, en Buenos Aires, la «Belisario
Roldán», que aún existe. Y desde la que impulsó las más
diversas actividades. Así comenta el inicio de esa labor: “En
Versalles, se acababa de formar una biblioteca por un grupo de
jóvenes estudiantes, muy capacitados, que entendían que la cultura
era la mejor forma para poder llegar a la libertad.” La libertad y
el saber, una asociación perdurable en la mente y la acción de
Juana.

Un
tiempo después se traslada a La Falda, Córdoba, por razones de
salud de su hijo varón. Allí asimismo toma parte de la conducción
de una biblioteca, la “Domingo Faustino Sarmiento.”

Aunque
la actividad y el pensamiento ácratas habían dejado atrás sus
épocas de mayor vigor, Rouco Buela nunca abandonó sus ideales, ni
transigió con la actividad política entendida en sentido
convencional. Se radica de modo definitivo en Buenos Aires, sigue
adelante con sus tareas en el PEAVA. Y continúa su colaboración con
centros y bibliotecas anarquistas hasta su muerte en 1969.

La
última dictadura cívico militar hizo presa en la familia de Juana.
Una de sus nietas, Leticia Akselman, joven de 19 años, militante de
la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), fue secuestrada y
desaparecida el 12 de junio de 1976. Su cuerpo pudo ser recuperado
una década más tarde, gracias al trabajo del Equipo Argentino de
Antropología Forense.

La memoria, la obra y su rescate

Ya
en la década de 1960, unos años antes de morir, publicó el libro
autobiográfico titulado Historia
de un ideal vivido por una mujer
.
Es un sintético recorrido por la vida de Juana, escrito con
claridad, soltura narrativa y espíritu de reivindicación de la
militancia social en contra de los poderosos.

La
obra es un punto de partida más que de llegada, ya que aviva el
estímulo por conocer más sobre la autora. Y acerca de todo el
movimiento de mujeres libertarias que actuó en nuestro país desde
fines del siglo XIX. El que dejó una huella que espera una
valoración más elevada y consecuente de quienes hoy luchan por
transformaciones sociales profundas

El
libro de Juana no ha quedado en el olvido. Ha sido objeto de
reediciones en papel y existe asimismo edición digital. Se la puede
descargar gratis en
https://www.relatsargentina.com/…/ML.Rouco.Libro.pdf

Y
también en el portal «Solidaridad Obrera».

La
última reedición en papel, que sepamos, es de 2021. Cuenta con un
prólogo de Dora Barrancos e ilustraciones de Diana Akselman, nieta
de Juana. Se reproduce además la portada de la edición original y
el prólogo que aquélla llevó, de Diego Abad de Santillán. Es de
«Los lápices», una editorial de Haedo, Buenos Aires.

El
cine también se ha hecho eco del itinerario de Juana. Dos
documentales de los últimos años han procurado retratar la
trayectoria y realizaciones de esta militante. Juanas,
bravas mujeres
,
dirigida por Sandra Godoy, de 2019; y Juana,
realizada por Daiana Rosenfeld, de 2020. Ambas son aproximaciones
válidas a la trayectoria de la militante libertaria. Y se
complementan en algunos aspectos.

En
Necochea se recuerda el paso de Juana por la ciudad y se invoca de
diversos modos su presencia y obra allí. Existe “La Rouco.
Colectiva Feminista Necochea”. Esa organización trabajó en un
“mapeo colectivo” en 2022, con motivo del centenario de la
primera edición de Nuestra
Tribuna.
Lo
hizo bajo el lema “JUSTICIA HISTÓRICA POPULAR”.

Hubo
un mes de actividades con encuentros con familiares e historiadores
locales. Y se contó con el aporte de la investigadora Laura
Fernández Cordero, estudiosa de la actuación femenina en el
movimiento anarquista. Estas acciones se enmarcaron en la reflexión
sobre el sentido de la actividad de Juana Rouco y las continuidades y
rupturas existentes respecto del presente.

————–

La
huella de Juana Rouco Buela permanece en ámbitos inconformistas y
cuestionadores de nuestra sociedad. Desafía el paso del tiempo y el
predominio de concepciones que predican el individualismo y la
despolitización. Junto con otras muchas militantes anarquistas y de
izquierda en general, aportan a la consolidación de un feminismo con
acepción de clase y vocación anticapitalista.

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