El sector agropecuario de un país no solo representa la base de la alimentación y la economía, sino también un espacio donde se ponen en práctica valores profundamente humanos y espirituales. El Ing. Leonardo Escobar, profesional con una larga trayectoria dedicada al desarrollo del campo, ha sido un ejemplo vivo de cómo la humildad y la gratitud pueden guiar el servicio a los agricultores, ganaderos y comunidades rurales. Su labor se inspira en la enseñanza de Jesús, quien en el Evangelio nos recuerda la importancia de ocupar el lugar más sencillo y de actuar con gratitud, sin esperar retribución inmediata.
DOV Desde su visión, el sector agropecuario no se entiende únicamente como un motor económico, sino como una misión de vida. Para él, trabajar junto al agricultor es reconocer que detrás de cada semilla sembrada hay esfuerzo, fe y esperanza. Esa convicción lo ha llevado a valorar y respetar a cada productor, sin importar el tamaño de su finca o la cantidad de hectáreas cultivadas. La humildad, en sus palabras y acciones, se manifiesta al considerar que todos -profesionales, campesinos, autoridades y consumidores-somos parte de una misma mesa, donde lo esencial es volver la mirada
al campo es el aporte mutuo y el servicio al bien común.
En su experiencia, Leonardo Escobar ha evitado la tentación de buscar reconocimientos personales. Consciente de que el protagonismo debe ser del agricultor, él prefiere ser un puente que conecta conocimientos técnicos con la sabiduría ancestral del campo. “El que siembra merece honor porque confia en la tierra aun sin certezas”, ha señalado en más de una ocasión. Esa frase refleja su comprensión de que la humildad consiste en reconocer que el fruto de la tierra depende tanto del esfuerzo humano como de la generosidad de Dios.
De igual manera, su gratitud se expresa no solo en palabras, sino en hechos concretos. En repetidas oportunidades ha promovido proyectos para apoyar a los más pequeños productores, aquellos que muchas veces no tienen cómo devolver el favor recibido.
Siguiendo la enseñanza de Jesús sobre la gratuidad, Leonardo ha impulsado capacitaciones gratuitas, ha gestionado donaciones de insumos y ha acompañado a comunidades rurales en situaciones de crisis climática o económica. Su convicción es clara: el desarrollo del campo no puede medirse únicamente en cifras de exportación, sino también en dignidad humana y justicia social.
El Ing. Escobar ha demostrado que la gratuidad es un acto transformador. En lugar de limitarse a trabajar con los sectores que ya tienen recursos, ha decidido abrir la puerta a quienes más lo necesitan. Reconoce que la grandeza del agro no está en la abundancia de quienes poseen, sino en la esperanza de quienes luchan día a día para sostener a sus familias con lo que la tierra produce. A través de su ejemplo, enseña que ayudar al pequeño agricultor, al productor olvidado o al trabajador que apenas subsiste, es sembrar semillas de justicia que un día darán fruto para toda la nación.
Su discurso también incluye una llamada al país entero: valorar más al sector agropecuario, agradecer por el alimento que llega a la mesa y comprender que detrás de cada cosecha hay historias de sacrificio. Así, su gratitud no es solo personal hacia los campesinos, sino también hacia Dios, a quien reconoce como el verdadero dador de los bienes de la tierra. “Todo lo que tenemos es gracia, y nuestra misión es compartirla”, suele expresar, mostrando que su trabajo no está motivado por recompensas terrenales, sino por la convicción de que la verdadera recompensa viene del Padre celestial, como no creer en Dios ha manifestado muchas veces.
El legado que el Ing. Leonardo Escobar está construyendo va más allá de la técnica agrícola o de los proyectos productivos. Es un testimonio de vida que recuerda que el éxito no se mide únicamente por logros individuales, sino por la capacidad de levantar a quienes no pueden devolvernos nada. En un mundo donde muchas veces impera la competencia y la búsqueda de prestigio, él propone la humildad como camino de servicio y la gratitud como fuerza para seguir adelante.
Su ejemplo interpela a cada ciudadano: ¿estamos dispuestos a practicar estas virtudes en nuestra vida cotidiana, especialmente hacia quienes no tienen cómo corresponder? El sector agropecuario, tan vital para la supervivencia y desarrollo de un país, necesita más líderes como Leonardo Escobar, que inspiren con su sencillez y entrega. Al final, su mensaje es claro: sembrar con humildad y gratitud no solo produce cosechas para hoy, sino frutos eternos para las generaciones futuras.