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Forjado
en las elites del poder mexicano, Marcelo Ebrard ha vivido 4 Mexicos,
1.- el de la transición aterciopelada de 2000 cuando el PRI perdió
la presidencia de la Republica después de 70 años de poder
ininterrumpidos con tres fusiones internas, Partido
Nacional Revolucionario 1928-1938; Partido de la Revolución Mexicana
1938-1946; Partido Revolucionario Institucional 1946-1977-2000; 2.-
alternancia hacia el Partido Acción Nacional, PAN 2000-2012; 3.-
regreso del PRI seis años con Enrique Peña Nieto y; MORENA con
Andrés Manuel López Obrador en 2018 a la fecha.
La
política en México tiene sus variables, pero muchas veces o la
mayoría de las veces son los ismos actores políticos en diferentes
etapas de su vida, por eso la mayoría son conocidos entre sí. Es
una clase política que poco se recicla en lo individual, aunque
muchos de ellos saben dejar antañas formas de hacer política para
acoplarse a los nuevos tiempos que el país requiere. Es el Caso de
Ebrard. Busca convencer de que su mayor aspiración o meta es que el
país alcance su máximo potencial, reduzca la pobreza nacional que
aún campea y no la niega, para tener una sociedad de bienestar y
prosperidad compartida. Algo así como un Estado Benefactor, que no
asistencialista.
De
cara a las elecciones presidenciales de 2024 publica su libro “El
Camino de México”, aunque el de la propia elección es escabroso y
aún difícil de recorrer, pero en las presentaciones que hace de
dicho libro, con un lenguaje simple y llano para los mexicanos,
acerca a su campaña más adeptos, aunque la elección de MORENA para
sacar a su candidato presidencial será por ENCUESTA, sin definirse
aún los detalles de la misma o, al menos, la población no lo sabe a
ciencia cierta.
Despliega
en sus ratos libres porque sigue siendo canciller de México, un
acercamiento directo con grupos de todo tipo, empresariales,
deportivos, culturales, jóvenes, mujeres, campesinos, obreros,
pescadores, intelectuales, jóvenes y clase media, esa que dice debe
ser rescatada, porque le da cohesión al país y, permite un
fortalecimiento y unidad de todos los mexicanos. Poco habla de
programas asistencialistas y más lo hace de generación de políticas
públicas con perspectiva de derechos humanos, género y respeto al
interés superior del menor, por eso no es mentira que en el exterior
lo ven como un aspirante bien posicionado cuya imagen causa simpatía
y adeptos.
Como
nunca un Secretario de Relaciones Exteriores, había tenido tanta
aceptación en el concierto de las naciones, porque es considerado si
no un estadista aún, uno próximo a serlo y que debe demostrarlo aún
más para que no haya duda de que debe ser primero, candidato
presidencial de MORENA y luego ganar la elección a la oposición,
PRI, PAN, PRD, que se ve desdibujada ante pugnas internas que los
alejan de una candidatura unida y fuerte, ya que a estas alturas, la
oposición no tiene un nombre de mujer u hombre como fuerte aspirante
a dar la batalla; estrategia, falta de vocación política,
negociación o resignación.
La
lectura de su libro se hace necesaria para entender un poco lo que
busca para México, pero no lo es todo, porque últimamente su papel
de canciller y hombre de estado, lo hace uno de los favoritos para
ser inquilino de palacio nacional, aunque reiteramos, falta mucho y
todo puede pasar, en la forma de cómo se hace política en México,
en uno aún bronco y grandes diferencias deudas sociales. Lo cierto
es que estamos a un año de la elección presidencial y los
candidatos que el Presidente llama “corcholatas”, tendrán que
decidir seguir siéndolo o convertirse en estadistas, que es lo que
requiere el país.
Rafael
Marín Marín es Secretario General del Frente Jurídico Nacional en
Defensa de la Constitución y el Estado de Derecho.