abril 20, 2024

Diplomacia Autoritaria

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Autor: Dr. Alan Cathey| RS 62

El tradicional papel que Oriente Medio juega en el escenario político internacional es el de un polvorín que siempre está a punto de explotar en conflagraciones y conflictos, lo que en mucho se debe a su ubicación, como bisagra tricontinental, al confluir allí Asia, Europa y África; ser cuna de dos de las religiones más difundidas del mundo, el cristianismo y el islam, junto al tronco común de ambas, el judaísmo, y tener bajo su suelo las reservas más importantes de petróleo del mundo.

Este papel, en Arabia Saudita, Kuwait, Irak, Irán, Emiratos Árabes, se ha visto alterado recientemente, al haberse producido un cambio en las posturas enfrentadas en múltiples planos, entre dos de las autocracias más poderosas de la región, como son la teocracia iraní, por un lado, y la monarquía salafista saudita, por otro.

Por sus aparentemente irreconciliables diferencias en lo religioso, al ser los campeones del shiismo y del sunnismo, respectivamente, y también en lo político, pues tradicionalmente, desde la Revolución islámica de 1979 al menos, Irán se ha convertido en antagonista regional clave de Estados Unidos y de Israel, mientras que el reino saudita ha mantenido muy estrechos vínculos con Occidente, por lo que se habían enfrentado repetidamente, al chocar sistemáticamente por establecer su preeminencia.

Desde 2010, este enfrentamiento, materializado en graves episodios de prolongada violencia, alentados por ambos actores, han dado lugar a varios de los peores conflictos que se hayan visto en la región, como el surgimiento de ISIS, el temible Estado Islámico, epítome del peor fanatismo religioso, que se apoderó del norte y el este de Irak y del norte de Siria, donde, a lo largo de varios años, impuso un régimen de terror, de la terrible guerra civil de Yemen, con casi un cuarto de millón de víctimas y una hambruna atroz, o del conflicto sirio, en el que, al medio millón de muertos, se suman 8 millones de refugiados.

Ruptura de relaciones
Las relaciones diplomáticas entre los países se interrumpieron a partir de enero de 2016, tras el asalto a la embajada saudita en Irán, por una turba enfurecida por la ejecución de un clérigo shiita en Arabia Saudita, (práctica repetida en la República Islámica, la de asaltar embajadas me refiero), al parecer con las correspondientes bendiciones de los clérigos gobernantes. Como es natural, al no haber siquiera una disculpa oficial, Arabia Saudita cerró la embajada y rompió unas relaciones diplomáticas insostenibles, dadas las circunstancias.

El buen componedor
Esta enconada enemistad, no hacía prever lo sucedido hace unos días, cuando se anunció la reanudación de las relaciones diplomáticas y la reapertura de las respectivas embajadas en Teherán y Ryad. Quien había impulsado y mediado para lograr este acercamiento, fue el gobierno Chino, que se anotó un éxito muy importante, dejando en claro su creciente y asertiva influencia en el complejo escenario de Oriente Medio.

Nueva “guerra fría”
Al margen del impacto local que este acuerdo pueda tener, sin duda decisivo en cuanto al futuro alineamiento regional, también será de importancia ponerlo en el contexto de lo que ya está entendiéndose finalmente como una nueva “guerra fría” entre las dos principales potencias del mundo, Estados Unidos, por un lado, y China, por el otro.

China ha sabido aprovechar muy bien las oportunidades que, una muchas veces miope política exterior de los Estados Unidos, ha provocado en toda la región.

¿Pragmatismo o cinismo?
El pragmatismo chino, despojado de ropajes moralistas, con las ventajas que su condición de estado autoritario significa, al tratar con Estados de similar naturaleza, le han permitido poner la pica en Flandes, para convertirse en decisivo actor geopolítico en una región de enorme importancia mundial.

Ciertamente, Estados Unidos ha hecho todo lo posible por minar su propia posición en la región, con su manejo político y militar de la ocupación de Irak, pero sobre todo, por su abandono a los rebeldes sirios en su guerra contra Assad, pese a ver sus “líneas rojas” en el uso de gases venenosos contra los rebeldes, burladas sistemáticamente por el régimen sirio, sin respuesta alguna, y más bien abriendo la puerta para la penetración rusa en Siria, al asegurarse bases navales y aéreas sobre el Mediterráneo Oriental, en Latakia.

Las incertidumbres
La retirada de Irak y de Afganistán, habrán contribuido también a generar incertidumbre y dudas sobre el compromiso de los Estados Unidos con sus aliados regionales, quienes se preguntarán si éste es confiable. Como no se despejan esas dudas, la búsqueda de otras alternativas y otros posibles socios, se vuelve una opción obvia.

El hígado también juega
En el caso saudita, el manejo de la crisis suscitada con el caso Khassogi, ha originado un resentimiento muy profundo del príncipe heredero saudita, que ha sido señalado por la administración del presidente Biden, como autor intelectual del asesinato.

La efusividad demostrada desde ese momento, por Bin Salman, hacia Putin, y ahora hacia Xi, deja muy en claro que será cada vez mayor el alejamiento saudita de las alianzas previas.

El Príncipe Bin Salman ya ha mostrado su postura hacia Estados Unidos y Europa, con su negativa a colaborar para la estabilización del precio del crudo, en medio de la severa crisis inflacionaria que afecta al mundo, al imponer, al interior de la OPEP, una reducción en la producción petrolera, para que los precios suban.

Similar interpretación se puede dar a la negativa del gobierno saudí de apalancar al banco Credit Suisse, en su condición de socio de este, y dejarlo caer, con lo que se han agravado las perspectivas de una cada vez más escuálida recuperación económica mundial, al alargarse las sombras de una crisis similar a la de 2008.

Irán, gran ganador regional
Sin duda, el gran ganador del acuerdo para el restablecimiento de relaciones diplomáticas y para rebajar las tensiones entre A. Saudita e Irán, es este último, que ve reducirse uno de sus frentes más complicados, que distraía parte de sus recursos, que ahora los podrá destinar a su objetivo ideológico esencial, la destrucción de Israel, y la obtención de un arsenal nuclear, para ese y otros objetivos.

Alianza autoritaria
Las anunciadas maniobras navales conjuntas de China, Rusia e Irán en el Golfo Pérsico, constituyen una ominosa exhibición de la ampliación de las capacidades operacionales de la alianza autoritaria, y de su creciente control de las vías marítimas, pues el sur de la península Arábiga, donde se ubica Yemen, es la entrada al Mar Rojo y al Canal de Suez, y el Estrecho de Ormuz, al otro lado, es el cuello de botella de una importante parte del tráfico petrolero mundial.

El poder militar iraní se proyecta ahora desde Teherán hasta Beirut, con regímenes shiitas profundamente dependientes de la teocracia iraní, en Irak, Siria, y Líbano, donde Hezbola, su proxi local, se ha convertido ya en fuerza política decisiva, y a la vez, con las milicias palestinas en Cisjordania y Gaza, que serán instrumentales en la creciente violencia, que aparentemente seguirá aumentando entre israelíes y palestinos.

vencedor global
Si el gran vencedor regional es Irán, China lo es en el escenario global, particularmente en Asia, donde su presencia es cada día mayor. Con su cercanía con Irán, con quien han suscrito acuerdos comerciales extensos, que le dan a la teocracia el oxígeno financiero que requiere para resistir las sanciones por su programa nuclear, logra estrechar su cerco a la India, que corre el riesgo de acentuar su aislamiento. Al acercarse también a la Arabia Saudita, ya claramente la del duro Príncipe Mohamed Bin Salman, que ha afianzado cada vez más su posición de heredero al trono,

Ampliar las opciones
China abre una línea de seguridad energética adicional y complementaria a la ya existente con Irán, pero, sobre todo, con Rusia. China busca abrir todas las opciones, para dejar en claro a sus proveedores que no le resultan indispensables en ningún momento, por lo que no podrán presionarla. El implícito mensaje a Rusia, que perdió en un abrir y cerrar de ojos un mercado que le había tomado muchos años y grandes inversiones crear en Europa es contundente, y es que China le comprará su gas y su petróleo mientras le sea conveniente, y al precio que ella fije, tal como ya está ocurriendo, al obtener descuentos del orden del 35% en el precio del crudo ruso, y presumiblemente, de su gas.

La condición de vasallaje ruso hacia China se acentuará con el tiempo, ante la realidad de que esta se ha convertido en su único mercado. En tales circunstancias, será el comprador quien imponga el precio, sea en dinero o en otras formas de pago mucho más insidiosas, como apoyo político, diplomático o militar, en los diversos y potencialmente conflictivos escenarios futuros.

Visitas y visitas
El mes pasado se concretó la visita de Xi Jing Ping a Moscú, para dar un espaldarazo a la aislada situación en que se encuentra Putin y Rusia, tras su lamentable aventura ucraniana, que ha mostrado las costuras del supuesto segundo ejército del mundo. Más que una visita, lo adecuado sería hablar de una gira de inspección.

Ciertamente, Xi aprovechó la oportunidad para presentar su propuesta de paz para detener la guerra en Ucrania, pero cuidándose mucho por volverlo inaceptable, sin siquiera tener un acercamiento con el país agredido y su presidente, pero, sobre todo, sin exigir el retiro de las fuerzas agresoras, esto es, las rusas. En efecto, fue un gesto para la galería, para aparecer como el adalid de la paz.

Macron en China
La siguiente visita tendría más substancia, de cara a los objetivos chinos, y fue la que hizo el presidente Macron, pues sus declaraciones fueron música para la propaganda china, al mostrar una fisura de magnitud en la postura de los países democráticos occidentales con relación a las tensiones por Taiwán. Esta gaffe diplomática, en un experimentado y canchero político, es imperdonable, habiendo generado malestar y severas críticas, tanto en Europa como en Estados Unidos.

Que a Europa no le interesen las tensiones y riesgos que la crisis de Taiwán genera, para todo el mundo, estaría muy bien si asumieran por su cuenta las responsabilidades en su propio espacio, sin esperar que otros protejan sus intereses.

Agenda propia, defensa propia
Para que Europa pretenda llevar adelante una agenda propia en temas internacionales como pretende Macron, primero debe volver a ser creíble en cuanto a sus compromisos de defensa para consigo misma.

Proponer, como ha hecho Macron antes, un ejército europeo, es una declaración lírica mientras no se vea algo serio sobre el terreno. Con las justas, revisando hasta en la basura, Europa, tras unas vergonzosas vacilaciones, podrá tal vez entregar unos 300 blindados a Ucrania, para que ésta ponga los muertos y defienda a un continente que, durante 30 años, “ahorró” hasta el último centavo en gastos de defensa, confiada en que Estados Unidos cubriría sus falencias.

¿Y los 100 mil millones?
El Canciller Scholz se llenó la boca hace un año anunciando un presupuesto de 100 mil millones de Euros para reconstruir un ejército alemán en ruinas. Tras un año, ni un centavo ha logrado salir de los escritorios de la burocracia.

El “compromiso” europeo de mantener un gasto de defensa de al menos el 2% del PIB, probablemente será archivado en uno o dos años más, suponiendo que llegue a implementarse en algún momento.

Visitas del Sur
Para concluir con las visitas, el presidente de Brasil, Lula da Silva, también se ha hecho presente en Beijing, tras haber comentado también sobre la necesidad de detener el conflicto por la agresión rusa a Ucrania, con la tal vez realista, pero poco feliz frase, “que Ucrania no puede quererlo todo”, comentario que, en última instancia, santifica el despojo territorial por la fuerza de las armas.

Como si mañana la Argentina invadiera Brasil, y para alcanzar un acuerdo de paz, éste renunciara al estado de São Paulo. Se estaría abriendo la caja de Pandora de los idiotas belicismos nacionalistas que devastaron al mundo hace no mucho tiempo. El reordenamiento multipolar mundial sigue su camino, con un creciente alineamiento de autoritarismos y dictaduras al proyecto que la República China propone, que en lo medular exige, a cuenta de “soberanías” inmorales, la absoluta discrecionalidad de los autócratas, en su trato a sus ex ciudadanos, vueltos otra vez súbditos de nuevos “Hijos del Cielo”, con facultades absolutas para imponer reinados eternos.
Para ellos, el despreciable concepto occidental de los “derechos humanos” de las “libertades”, y otras tonterías similares, deben ser erradicados, pues estorban y hasta generan inquietudes y anhelos indeseables. Tienen la suerte de contar con innumerables “tontos útiles” al interior de las democracias vacilantes, avergonzadas de ejercer, cuando corresponde, su autoridad, en defensa de un modelo de organización política y económica que ha generado la mayor riqueza y progreso en toda la historia humana.

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