La pérdida de un ilustre ciudadano como el Sr. Olmedo , de un codiscípulo, de un amigo, es una pérdida sobremanera sensible. Pero me consuelan las cristianas y religiosas disposiciones católicas con las que murió. Entregó su espíritu al Criador á las dos de la mañana con las palabras del psalmo In te, Domine, speravi, que concluye “Inmanus tuas, Domine,, Commendo Spiritum meum”. Dejando a su familia, sus parientes y amigos en la consternación y el llanto; á su condiscipulo en el dolor más intenso, y a su Ministro. E indigno Director en el mayor consuelo por las envidiables disposiciones de su sensible corazón.
Excmo. Sr.Dr.Mons. Francisco Javier de Garaicoa y Llagino
Primer Obispo de Guayaquil
24 de marzo de 1847.
Nota. Se conserva la escritura original