El fútbol europeo nos intimidaba por su velocidad y su fortaleza física, y Alemania, desde la misma presencia, confirmaba esa leyenda.
Nadie decía nada. De pronto, Diego rompió el silencio. ‘César, los alemanes son fuertísimos’, dijo. ‘¿Fuertes?’, contestó Menotti.
‘No diga bobadas, si a cualquiera de esos rubios lo llevamos a la casa donde usted creció, a los tres días lo sacan en camilla. Fuerte es usted que sobrevivió a toda esa pobreza y juega al fútbol diez mil veces mejor que estos tipos'”
En el cielo, alumno y maestro se reencuentran. Juntos, con una pelota y una buena charla, que será eterna…