abril 29, 2024

Rodrigo Contero Peñafiel._ Ganar o perder

No basta con ganar una competencia deportiva, de conocimientos, elecciones, o contienda de cualquier tipo, nunca será suficiente. Lo importante es buscar la victoria una y muchas veces.

No existen líneas de meta y nunca lo habrán. Ganar puede ser tan adictivo como las drogas; la subida del placer nunca satisface del todo y constituye la mitad de una ecuación; la otra mitad es la caída de la dopamina, un neurotransmisor muy importante del sistema nervioso central, encargado entre otras cosas, de su regulación.

Cuando existen competencias en las diferentes especialidades, los resultados se publican de manera inmediata y constituye un honor para el o los triunfadores, les hace sentir bien, igual que a sus familiares y amigos. El solo hecho de ser populares y que mucha gente se entere de ese triunfo genera satisfacción. Si la aureola del triunfo desaparece, surge una cuestión incómoda: ¿qué pasa si mi nombre no consta?, ¿qué justificativo puedo dar?, ¿triunfaré en la próxima contienda?, ¿mi reputación termina?, ¿soportaré la humillación de la derrota? En fin, muchas interpretaciones se pueden dar al no haber alcanzado el triunfo.

Muchos ganadores hacen trampa, de la misma manera que los drogadictos consumen drogas. El placer les hace sentir bien y la abstinencia muy mal. El deseo de triunfar o consumir estimulantes no les importa, lo esencial es conseguir más y más, como sea. Cuando se comete un error y se fracasa, la situación es temporal; allegados y familiares lo perdonan, saben que pueden recuperarse. Pero si actúan de forma deshonesta, estos hechos los acompañarán toda su vida porque nunca podrán olvidarlo.

El circuito de control es muy importante y racional para tomar decisiones fundamentadas y precisas para recuperar el éxito, esto hace que el bienestar de las personas mejore en el presente y el futuro. Sin embargo, para mucha gente el fraude es una tentación poderosa que permite llegar a la victoria muchas veces, haciendo que el sumiso, los cómplices y fanáticos, sin medir las consecuencias de sus actos, destruyan vidas humanas, competencias, organizaciones, gobiernos y países, sometidos al control de los caudillos y la delincuencia organizada.

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