A más del electorado argentino estuvieron pendiente del debate, principalmente los líderes latinoamericanos del socialismo del siglo XXI. Se dice que Lula apoyó la campaña de Massa financiando los asesores que, en su momento, le apoyaron en el debate con Bolsonaro en el Brasil. Si revisamos los archivos fílmicos de la época, es fácil darse cuenta que el candidato peronista guardó el mismo esquema que Luiz Inácio Lula candidato del Partido de los Trabajadores del Brasil.
Sergio Massa aplicó el mismo formato discursivo y corporal que tuvo el candidato del Brasil y que le permitió ganar pese a todas las denuncias de corrupción.
Javier Milei estuvo titubeante y sin argumentos. Se dejó llevar hasta las cuerdas y de ahí no salió. Se limitó a tener una actitud de reactiva y no pasó a una estrategia de ataque. Se confinó a responder los ataques del candidato peronista.
El domingo pasado, el 55% de los argentinos presenció el debate para la segunda vuelta presidencial entre Javier Milei y Sergio Massa. Por cierto, este se desarrolló en un formato mucho más interesante que el que realizaron Luisa González y Daniel Noboa aquí en Ecuador.
Como todo “debate” no se centró en aspectos conceptuales, sino que estuvo dirigido a conquistar a ese porcentaje de indecisos que se jugaba entre el antiperonismo, por un lado, y el miedo a Milei por el otro. Podría decirse que se enfrentaron la angustia diaria de la inflación galopante y la apuesta por una esperanza de cambio mágico de los ensayos peronistas populistas de tantos años.