El poder es una de las motivaciones sociales básicas; no pocos caen en sus redes y cuando lo consiguen, quieren más hasta convertirlo en adicción. Es más visibilizado en algunos políticos que se creen omnipotentes y omnipresentes. Conocemos de cuerpo entero a muchos en nuestra América Latina, cuyos rasgos muy característicos de personalidad se asocian con esta ambición, narcisismo y paranoia. Con personalidad totalitaria, para hombres y mujeres que han tocado techo es mucho más complicado aceptar que ya no están ahí.
Argentina ha tenido dos presidentas, María Isabel Martínez de Perón (por sucesión presidencial, luego derrocada por la última dictadura militar) y Cristina Fernández de Kirchner (por elección democrática, en sus dos mandatos). En 206 años desde que se declaró la independencia del país del Cono Sur y en 72 años desde que las mujeres argentinas pueden sufragar, solo 10 de ellos fueron testigos de una mujer como presidenta de la nación.
Considerada una de las políticas más influyentes de la República Argentina de las primeras décadas del siglo XXI, comenzó su militancia política como miembro de la Juventud Universitaria Peronista. Allí conoce al santacruceño Néstor Kirchner, con quien contrae matrimonio en 1975.
La muerte de Kirchner por un paro cardio respiratorio en el 2010, sacudió al gobierno y a la entonces presidenta. Su viuda obtuvo la reelección un año después con más del 54% de los votos. Cristina Fernández de Kirchner, abogada, con buena formación intelectual y dilatada experiencia política como senadora nacional, presidenta de la República por dos ocasiones, vicepresidenta de la República (2019-2023) y presidenta del Senado de Argentina, pelea por mantener con vida el tercio del electorado que le es totalmente fiel, además de cargar con la cruz de un gobierno que es obra suya. No es el escenario que ella y su marido imaginaban hace 20 años.
En septiembre de 2022 la justicia argentina determinó que la mujer que gobernó el país entre 2007 y 2015 y que es hoy su vicepresidenta, defraudó al Estado. Seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Cristina condenada. Después de la histórica sentencia, la viuda de Néstor Kirchner habló por más de sesenta minutos en las redes sociales como si no acabara de sufrir el golpe más devastador de su vida política. Solo en el final, cuando le lanzó al peronismo el regalo envenenado de que no será candidata, Cristina se quebró. Está cercada desde hace años por causas judiciales.
A pesar de todas las complejidades que deben enfrentar los políticos, ella es la dirigente más poderosa del peronismo. Lo dejó claro el pasado 25 de Mayo ante decenas de miles de personas en la Plaza de Mayo, donde fue la única oradora en el acto por el vigésimo aniversario de la llegada de su marido al poder. Habló mucho del pasado, nada del presente.