julio 27, 2024

Mariana Velasco._ Educación electoral

Desde el retorno a la democracia, el Consejo Nacional Electoral (CNE) entre sus funciones debe organizar, controlar las elecciones, puede sancionar a partidos políticos y candidatos que infrinjan las normas electorales y tiene que inscribir y fiscalizar a los partidos y movimientos políticos. En todos los procesos electorales a partir de 1979, ha dejado más sombras que luces y la falta de transparencia ha sido el mayor cuestionamiento. 

Hay que poner un pare. Es hora de instaurar la educación cívica y electoral en nuestro país, como una forma de asegurar la democracia en una variedad de contextos políticos, donde se ofrezca al ciudadano un conjunto integral de herramientas para lograr llegar a las urnas con un voto inteligente.

La señora Diana Atamaint, en su calidad de presidenta del CNE y todo el organismo electoral, tiene la obligación de entregar información y conocimientos acerca de los recursos disponibles en materia de comunicación, información y técnicas educativas que ayuden a promover la democracia en los votantes. La práctica, más que los preceptos, debería convertirse en la norma. 

El campo de la educación electoral debería estar impulsado por un compromiso con un electorado informado y vigoroso, y no solamente con un conjunto de principios fácilmente discernibles. Esto haría posible que cada iniciativa electoral nacional reconsidere los temas, métodos, prácticas educativas, recursos disponibles, y limitaciones locales importantes que rigen no sólo los programas generales de educación electoral y cívica que se pudieran repetir de un año a otro, sino también el programa específico necesario para cada elección, referendo o plebiscito.

Ecuador debe desarrollar un programa dentro de una serie de parámetros que se encaminen a cumplir con un compromiso universal: elecciones libres y justas. ¿Utopía? No hay que temer a este tipo de educación, ayuda a la administración en su tarea de organizar elecciones libres, justas y de la mejor calidad a costos competitivos. Comprende la información básica que todo votante debe poseer para llegar preparado al sitio de votación y emitir su sufragio en las fechas acordadas. 

Sensibiliza al electorado acerca de la importancia de la participación en las elecciones. Inculca en los ciudadanos las actitudes, comportamientos, y conocimientos que estimulan y consolidan la democracia. Durante una elección, esta educación asegurará la organización efectiva y el activismo de los ciudadanos en apoyo de partidos y el adecuado comportamiento por parte de los ciudadanos necesario para celebrar elecciones pacíficas, la aceptación de los resultados y la tolerancia de la competencia y la oposición.

Está claro que la educación por sí misma no puede sostener la democracia. Sin embargo, puede protegerla cuando la práctica ciudadana se apoya en un Estado sensible y democrático. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *