Ayer, hoy y mañana con mayor firmeza , se afirmará que no puede existir una buena sociedad sin educación, porque escuela, colegio y universidad como instituciones educativas, tienen la co- responsabilidad ética, política y moral de constituirse en escenario de formación y socialización en el cual, circulan múltiples sentidos, se producen variados aprendizajes, se abre la opción a la negociación de la diferencia y se funda la convivencia como una expresión de la autonomía, la libertad y la dignidad humana.
En estos espacios se producen intercambios humanos intencionados al aprendizaje de nuevos conocimientos, al desarrollo de competencias cognitivas, socio- afectivas, comunicativas, la construcción de la identidad de los sujetos como individuos y del colegio como comunidad que convoca y genera adhesión.
Nos prepararon como individuos para formar parte de la sociedad que nos acogió, nos responsabilizó de su conservación y de su transformación. Educar en esta perspectiva es introducir a las nuevas generaciones en los patrones culturales de la sociedad y prepararlos para su recreación.
Para la época, el colegio en el cual estudiamos, en su acción formativa y socializadora respondió a los retos de la necesidad de construir una sociedad plural, democrática, incluyente y equitativa.
Como en el viejo tango, llegó el momento de volver. Y aunque veinte años no es nada como presagió Gardel- tras un tiempo de descuento- por esas duras e inevitables despedidas que tiene la vida y los necesarios acoples vitales, desde los confines de la Patria y el extranjero, volver después de cincuenta años a la tierra en la cual nuestras familias nacieron con sus madrugadas frías, donde el café en olla es el primer trago por la mañana con pan fresco y nata, es estar en casa ya sin ser nuestra; imaginando lo que perdimos cuando nos fuimos y en lo que hubiésemos sido si nos habríamos quedado, es suficiente razón para agradecer al Creador.
Esa patria chica que hizo que perdiéramos los miedos y camináramos hacia nuestra realización. La que en aquella época nos expulsó por falta de Universidad y que hoy cuenta con más de una, es digna de otra suerte.
Recordar lo que fuimos, tuvimos y lo que vivimos, es algo que forma parte de nuestros archivos personales y al cual volvemos de vez en cuando; es una puerta a nuestro pasado que quedó semi abierta y se abrió de par en par para el regreso anhelado, porque las personas estamos construidas de recuerdos, experiencias y vivencias que edifican lo que somos.