La Cumbre entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) será la primera de la presidencia española de la UE y un encuentro muy esperado tras ocho años sin celebrarse.
En él se pretende sentar las bases para un nuevo diálogo permanente entre ambas regiones, aunque podría terminar con menos avances de los deseados en materia comercial y de cooperación; con la reticencia, además, de ciertos Gobiernos latinoamericanos a abordar las implicaciones de la guerra en Ucrania.
“Hay un interés absolutamente compartido y que debiera primar como producto sistémico de la relación, y es que todos aquellos que no somos China o EE.UU., nos vemos sometidos a presiones por ambos y esto incluye tanto a los países de América Latina y el Caribe pero sin duda también a Europa”, explica Paulina Astroza, directora del Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Concepción, en el sur de Chile.
Astroza insiste en que tanto los países europeos como los países del hemisferio occidental tienen la oportunidad de “crear una alianza estratégica” con voluntad y una “clara conciencia” de lo que está ocurriendo a nivel internacional y la oscilación del poder hacia Asia.
Y dentro de ese contexto, uno de los factores fundamentales es la lucha contra la crisis climática. Íntimamente ligada a la independencia energética y la seguridad alimentaria, Europa ha hecho de ella una de sus prioridades y a nivel global no puede entenderse sin contar con la región que alberga el Amazonas, pulmón del mundo, y gran parte de los recursos naturales del planeta.