El pasado 3 y 4 de julio, los presidentes del Mercosur – integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay-, mantuvieron su reunión semestral. Brasil asumió la presidencia pro tempore en medio de un panorama incierto que amenaza la sostenibilidad de este bloque regional.
El presidente Lula tiene el desafío de concretar el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea (UE), que creará la mayor zona de intercambio con 780 millones de consumidores. En respuesta a los alarmantes niveles de deforestación en la Amazonía, la UE incluyó garantías ambientales para continuar en los procesos de negociación. Este requerimiento es fundamental si consideramos a la Amazonía como un bien público global que requiere de esfuerzos globales que sancionen la sobre explotación de este común.
Las cifras indican que la Amazonía está a un punto de no retorno y su conservación no puede estar sujeta a los vaivenes ideológicos de los gobiernos de turno. Sin embargo, no podemos estar seguros de que se trate de una medida orientada exclusivamente a la protección del ambiente, sin ningún interés de por medio. La UE tiene un sector agrícola poco productivo y protegido y puede ser que estas garantías busquen limitar el ingreso de los productos agrícolas del Mercosur.
Lula también enfrenta el reto de consolidar al bloque en medio de fracturas internas. El Mercosur atraviesa una clara división ideológica que se manifiesta no solo en diferentes visiones sobre la inserción en la economía global, sino también en las cuestiones políticas sobre las cuales se espera una respuesta como bloque. El presidente Lacalle Pou advirtió que, si el Mercosur no se abre al mundo, Uruguay empezará a negociar bilateralmente TLCs. Por otro lado, la situación en Venezuela ha dividido a los estados parte. En el encuentro de la semana pasada, los presidentes de Uruguay y Paraguay condenaron las violaciones a los derechos políticos del régimen de Maduro; mientras Brasil minimizó el tema. Argentina y Paraguay tendrán nuevos presidentes en pocos meses, lo que representa una incertidumbre más en el rumbo ideológico del Mercosur.
El futuro del Mercosur es incierto y lastimosamente está en riesgo uno de los proyectos integracionistas más fuertes de la región. Este bloque debe responder con mecanismos adecuados para hacer frente al mundo de hoy, mirando más allá de las cuestiones comerciales y considerando a la integración desde un enfoque integral, que incorpore aspectos ambientales, sociales y culturales.