mayo 2, 2024

Mariana Velasco._ Reversión democrática

Algo más de la mitad de los 195 países del mundo tienen hoy gobiernos democráticos, un récord en la historia humana. Toda democracia tiene sus claro- obscuros y en nuestra  América del Sur, el descalabro se produjo bajo la conducción de Hugo Chávez, Nicolás Maduro en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua; en menor medida bajo Rafael Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia.

Las evidencias sugieren que la estrategia radicalizada produce un efecto secuencial y en cascada: los líderes adoptan un  discurso intransigente que moviliza a los votantes frustrados con la democracia; su éxito en las urnas  les asegura el control de las instituciones electorales  y los recursos fiscales , lo que permite ganar influencia sobre otras  entidades  como  la  función  Judicial y la burocracia, cuya acción o inacción resulta decisiva para silenciar a los medios de comunicación críticos y socavar a la oposición política.

El coctel explosivo de populismo, caudillismo y testaferrismo, cualquiera sea su génesis, es un peligro para la democracia porque en muchos casos, lleva a la confrontación de regímenes autoritarios, e interpretaciones que lo analizan como un movimiento de ruptura que democratiza los sistemas institucionales excluyentes. Quienes lo llevaron a la práctica se sintieron portadores de misiones míticas, tales como alcanzar la segunda independencia para forjar democracias que superen los vicios de una democracia liberal.

Sin duda, en esta trilogía concentran poder en el líder, interviene como si representara la voluntad popular y al limitar a los contrapoderes, devienen en regímenes híbridos. Son una nueva forma de autoritarismo que utiliza instrumentos democráticos como las elecciones y promover resultados no democráticos, al excluir a los rivales políticos, como lo vivido en Venezuela, Bolivia y Nicaragua.

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